sábado, 16 de mayo de 2009

Viviendo Madrid...

Un 12 de diciembre llegué volando. Aterricé en un mundo nuevo que se abría delante de mis ojos. Cargada de ilusiones pero sobre todo de miedos. Miedo a lo que me podía encontrar al otro lado. Sí, al otro lado de la puerta que se abría y se cerraba en el aeropuerto, al otro lado de lo que durante 25 años había sido mi hogar, al otro lado de los más de 10.000 kilometros recorridos hasta aquí. Entonces, descubrí Madrid y los miedos poco a poco se fueron disfuminando hasta desaparecer. Una ciudad de todos y para todos. Madrid no es una sola. Hay miles de Madriz esperándote ahí afuera. Cada día con un olor y color distinto. Colores desiguales que te empujan a caminarla, a soñarla. Madrid es como una canción escrita una y otra vez pero siempre con un matiz diferente que la hace única. Gente de todos los lugares del mundo, callecitas que se convierten en un laberinto donde siempre hay algo por descubrir. Madrid te arropa, te atrae, te escucha, te consuela. Y ni hablar de su cielo, qué cielo!. No se puede pasar por Madrid y no detenerse por un segundo a mirar su cielo. El Cielo de Madrid transmite calma, se abre ante tus ojos como un enigma, te hipnotiza, te transmite paz, te llena el alma.
Bajo este cielo convivimos todos. Un cielo que no esta reservado para algunos pocos. Madrid se brinda entera. Sin horarios, sin colores, sin razas. Es de todos y no es de nadie. A Madrid se la vive, se la descubre día a día en una conversación casual, en un paseo por sus callecitas entrañables, en la mirada de los otros, en una canción escuchada casualmente, en un abrazo sincero, un beso profundo. Y si miramos hacia arriba nos encontramos con ese cielo que nos retiene, que no nos deja ir, porque así de enigmática es Madrid.

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