miércoles, 17 de junio de 2009

La historia se repite

Siempre se repite. Lo que sucede hoy también sucedió ayer y hace años. La historia en sí misma es una historia de migraciones. Antes eran los del viejo continente los que por razones políticas u obligados por el hambre abandonaban su tierra natal en dirección al nuevo mundo. Justamente a aquellos países del sur que hoy ven cómo Europa echa el cerrojo a la puerta de entrada negándole a sus ciudadanos el derecho a soñar con un futuro mejor.

Al escribir esto se me viene a la mente la fabulosa serie Vientos de Agua. ¿De qué se trata? Dos historias, dos personajes, padre e hijo, que en distintos tiempos y por razones similares se ven obligados a abandonar su país en busca de una vida mejor. Por un lado, Andrés, un jóven español que en los años 30 se ve obligado a abandonar su Asturias natal por cuestiones políticas trepándose a un barco que, junto a muchos otros inmigrantes de diferentes orígenes, lo lleva a Argentina. Una vez ahí, viviendo en un conventillo y a base de trabajar duro logra forjar un futuro que se nutrirá de nuevas amistades y amores. Paralelamente, narra la historia de Ernesto, un argentino de 45 años, hijo de Andrés, que en el nefasto año del corralito en Argentina, en 2001, decide irse a España a probar suerte. Momentos históricos diferentes pero una misma historia compartida.

A cuento de esta extraordinaria serie, hace poco tuve la oportunidad de conocer mejor la historia de cómo mi abuela llegó a Argentina. Una historia que podría confundirse con tantas otras pero que, sin embargo, a mí me toca muy de cerca. Porque un día hace mucho años mi abuela emprendía el camino inverso al que recorrí yo hace apenas dos años y medio. Si bien por motivos muy diferentes a los de ella que ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo, finalmente nuestras historias tienen algo en común. Las dos nos fuimos, emigramos. Ambas emprendimos un viaje que, en su caso, fue definitivo. En el mío, el tiempo lo dirá...

Pero en esta oportunidad no seré yo quien cuente su historia. Hace algún tiempo mi padre decidió compartir conmigo la historia de su abuelo, mi bisa, que también es la historia de mi abuela y que hoy quiero compartir con ustedes. Un viaje que, 70 años después, yo repetiría aunque por motivos distintos y en circunstancias, afortunadamente, muy diferentes.

Con permiso de él aquí se las transcribo:

" El abuelo evaristo salió de Vigo-Galicia- para Argentina en un barco como el de la serie “Vientos de agua”. Viajando en tercerca clase cruzó el Atlántico y cuando llegó a Buenos Aires le asignaron una parcela de tierra, que era una manzana de las de ahora, en la localidad de Rancagua. Allí construyó su casa, ladrillo tras ladrillo, mientras se ganaba el pan levantando cosechas y juntando papas. Cuando salió de España la Bisa tuya estaba embarazada de la abuela Ester. Cuando nació y el abuelo se enteró, salió para España y los trajo a todos. Es decir, a su mujer y a su hija, tu abuela. Después se afincaron en Rancagua y tuvieron a la tía Amalia. Por los años 50 el abuelo consiguió un trabajo de comisionista entre Rancagua y Pergamino donde hacia todo tipo de trámites a los del pueblo. Se tomaba un colectivo a la mañana y regresaba a la noche con todos los trámites y encargues que le habían hecho. Así crió a tu abuela Ester y a la tía Amalia. La bisabuela hacía unas rosquillas famosas que sólo las volví a comer en Salamanca . Sí alguna vez las ves en algún lugar probalas, son únicas. En madrid se venden como las roscas de Salamanca.
Bueno, después la historia de siempre: el abuelo murió de cáncer sufriendo mucho, ya que en esos momentos no existían los calmantes que hay ahora. Era delgado y tenía los ojos verdes como nosotros dos. Alto como yo y muy atlético. Un gran jugador de mus y tres sietes, juego que pocos conocen y que el abuelo me lo enseñó.
Siempre tomaba su vermut a las 12 con alguna picadita que la abuela siempre tenía a mano. Después, la abuela murió y el mundo sigue andando. Todo lo demás ya lo sabes. Posiblemente solo te falta el capítulo de qué o quiénes eramos nosotros antes de que vos nacieras. Una historia que algún día te contaré con más detalle. La historia de lo que yo siempre llamé una vida sabrosa. No sé si buena o mala pero que fue sabrosa no lo dudes"
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Papá

2 comentarios:

  1. Hola Elen, que interesante la historia de tus abuelos y como la historia cambia de protagonistas pero muchas veces es la misma. Te mando un abrazo grande desde Pinamar. Ricardo

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  2. Ahora que estoy leyendo algunas publicaciones anteriores, como esta, que no había disfrutado, me conmuevo hasta las lágrimas (un poco porque crecí escuchando las historias de mi abuela sobre su padre gallego, otro poco porque el embarazo me ha puesto un poco llorona)con el relato de tu papá. El tema del desarraigo es un clásico ya de la literatura argentina, desde la mirada del inmigrante extrañando su España-Italia natal, o ahora a partir de aquellos compatriotas (como vos) que haciendo el "viaje inverso" escaparon de las crisis latinoamericanas.
    Y es un tema que me llega profundo. Gran parte de mi familia vive en Cataluña desde hace muchos años (padres y hermanos-sobrinos)y aunque uno se "acostumbra", las distancias no son fáciles de sobrellevar. Estar lejos de los seres queridos, de la Patria (aunque uno estando lejos redefina el concepto), de la tierra que te vio nacer... no deja de ser un tema frecuente en nuestras vidas de argentinos!!

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